domingo, 25 de noviembre de 2012

Malvi/klands. Una reflexión de cierre (con final abierto)

Reflexiones y conclusiones

Asumo que las líneas que siguen no van a dejar contento a ningún tipo de lector que tenga tomada una posición ante el tema Malvi/klands (si es que no tiene mucha disposición a escuchar visiones diferenciadas): a los Isleños (a los que lean español, al menos), porque les parecerá 'indignante' poner en cuestión sus derechos a su adhesión voluntaria a quienes les venga en gana. Y a los Argentinos, porque sentirán como cuestionamiento el que no asuma ciegamente a las Islas como 'argentinas'.

 Los más talibanes incluso graznan cosas como 'traidor a la patria', y otras onomatopeyas pintorescas, que hablan más de sí mismos que de quien quieren adjetivar. Hay una excepción a esta última regla; aquellos que estuvieron cerca de los eventos del '82. en estos casos preveo una alta emocionalidad, mezclada con un cierto derecho a opinar con conocimiento de causa. Pero en cualquiera de los casos no deja de ser un 'piña-va-piña-viene' retóricamente divertido. Provisto el disclaimer, a los bifes:

QUE REFLEXIONO:

Esta geografía que veo aquí, la urbana o la humana, poco y nada tienen que ver con la Argentina. La verdad, desnuda, es ésa. Aquí vive una población (inesperadamente) diversa, de base inglesa es cierto, pero salpimentada con gente de muchos otros lugares, chilenos, filipinos, peruanos, etc.
Por un lado, es cierto que hubo un 'pecado original' (el 'despojo' de 1833) -argumentado por una de las partes- y sobre el cual se han hecho reclamos cíclicamente en los últimos 180 años. Por otro lado también es cierto que los actuales ocupantes llevan ese período de tiempo de poblamiento y desarrollo de las Islas, versus los ni siquiera 20 años que duró el asentamiento argentino. Lo supera en 10 veces. 
Y lo cierto es que hoy, ahí, vive gente. Esto no se puede tomar a la ligera, guste o no.
Las dos partes pecan de tonta ingenuidad: una, porque asume que su pecado de 1833 'prescribe' con el tiempo, y que se saldrá con la suya sin más, dejando con las manos vacías a la otra parte. Craso error. Si no accede a a alguna alternativa de compromiso que ayude a calmar las pretensiones de la orilla de enfrente, ésto tendrá siglos de duración por adelante; las diferencias entre Francia y Alemania por Alsace y Lorraine son testigos históricos de eso.
La otra parte es ingenua al creer que con 'un reclamo periódico' basta, y más aún cuando cometió el grandísimo error que cometió en el '82: muy fácilmente  se puede afirmar que los militares 'las perdieron', aunque tampoco hay que ser tan concluyentes. El tema es que, más pasa el tiempo, y más se consolida el status quo. Fue la Generación del '80 la que inició el proceso de reclamo en 1884 (y contraintuitivamente a lo que la progresía criolla creería...). Pero para eso habían pasado 50 años, ya.

La situación, tal como hoy está, no es sostenible sino solamente a través de la precariedad que establece el uso o amenaza de la fuerza, que es ya por definición algo precario e insostenible.  Algo malísimo para los Isleños, porque les significa algo así como vivir en un estado de examen pre-proctológico a perpetuidad, con perdón de la imagen. 

Es cierto que la población estable son pocas personas (unas 2,000 en la ciudad, más otras 1,000 en el campo) si alguien otorgase validez o no a los argumentos cruzados en base al número de personas que lo sustentan, lo que no deja de ser un argumento opinable. La mayoría, a simple vista, tiene origen étnico anglo. Sus procederes, sus formas de vestir, hablar y actuar me remitían mucho más fuertemente a mis días londinenses que a mis días porteños: 180 años y varias generaciones de locales no dejan de colocar una impronta en el lugar, amén de la íntima conexión con la 'Metrópoli'. Soy plenamente consciente que mucho de lo que reporto con la mayor asepsia intelectual posible resulta aún así incómodo para el argentino promedio, por el conjunto de convicciones que tiene sobre la cuestión Malvi/klands. Pero no siento haber venido a refregarle nacionalismos a nadie, lejos de eso y menos en el lugar en el que viven desde que nacieron, sino a ver, vivir y sentir el aire que se respira en este lugar. Y plasmarlo en la pluma (electrónica). En este lugar las casa son inglesas: predominantemente en madera, con una puerta que se abre hacia afuera y da paso hacia un 'porche', o antesala de recepción. todas alfombradas, y llenas de cuadros, sillones, muebles y almohadones. Con las típicas bay windows británicas. Son todas casas, no hay edificios de más de 2 pisos, cuyos únicos exponentes son el hospital y la escuela secundaria. Los comercios tienen el tipo inglés, incluyendo detalles nimios como que toda la cartelería (desde horarios de atención, hasta los prohibido fumar, hasta los 'no se cobran servicios', etc) es plastificada, lo que le da un aspecto de sencilla prolijidad. Era un detalle muy común allá en Londres, pero que me era desapercibido por la familiaridad. Los lugares públicos (pubs y bares) son del tipo inglés. Las marcas que encontré en el supermercado son las que adquiría durante mi estada en Londres. La Catedral tiene un indisimulable estilo similar al de cualquier pueblito de las Islas Británicas, hecha en piedra (como la Anglicana que está en Avenida Crámer). Los jardines de las casas son los jardines típicamente ingleses, que con variedad de plantas flores y piedras, se diferencian de los 'ligustri-formes" jardines franceses. La poca arquitectura que no está hecha en madera está hecha en los ladrillos amarilloides tan típicos de las calles londinenses, y sus chimeneas son las de la era Victoriana, esas que tienen al tubo metálico emergiendo de un 'cuello' de ladrillo que evita que se vuelen. Ondean muchas banderas oficiales de Malvi/klands en las calles, así como en los bares cuelgan ristras de banderitas inglesas, y así como bastantes jeeps del lugar llevan ondeando otras tantas. Hay dos razones para eso ya que, según conversé, no se veía hace un año de forma tan acentuada: una es que la semana pasada fue el Remembrance Day, una Jornada Anual en las que los veteranos británicos de todas las guerras recuerdan a sus caídos, en todo el mundo. Y por la que reciben visitas de veteranos y sus familias (los pocos hoteles de la ciudad estallaban de pasajeros), Además que alguna que otra visita oficial, en nombre de 'la Corona'. La otra razón es la antipatía y el recelo que resurgieron para con la Argentina ante la retórica más activamente pro-recuperación que sostiene el gobierno de Cristina, lo que reaviva temores entre los isleños, que se refugian de sus inquietudes bajo su sentido de pertenencia a la herencia cultural británica. No se los puede culpar de no haberse sentido sometidos por una fuerza bélica que con poca sensibilidad intercultural los sujetó a un cambio de vida instantáneo y a la que veían aisladamente entrar en sus casas, romper muebles y mear en sus livings, al leer el diario de un tal John Smith (sic) que se había refugiado en un búnker con familia y vecinos durante los días de la batalla final por la ciudad (puede caber otra sensación, ante esas imágenes, que un profundo deseo porque se vayan? O de que, ante lo que se ve como 'barbarie', lleguen lo antes posible las 'fuerzas civilizadoras'? Es muy complicado reflexionarlo, como argentino). Resalto el adverbio 'aisladamente' porque, a pesar de esas viñetas, el trato en general de los militares argentinos para con los isleños es recordado en general como 'respetuoso' y no se sabe de 'abusos' que se hayan cometido. Se los vio más vale como inexpertos y torpes. La población del lugar vio la llegada de las tropas británicas como su 'liberación' y la ayudó activamente, con víveres, refugio y transporte. 

En resúmen...esto se ve, actúa y vive como una pequeña villa costera de Inglaterra, más allá de sus peculiaridades (o sería más correcto decir "Scandinavian fjörd small coastal town meets Britannia" ... algo así como "una cruza de un pueblito costero de los fiordos escandinavos con uno de las Islas Británicas"). No hay con qué darle. Es lo que se ve, y lo que se percibe. La postal, hoy, es la de un lugar que, definitivamente, no es Latinoamérica, mucho más allá de los vocablos que dejaron los gauchos, y de algunos inmigrantes actuales.

Parece realmente inverosímil que hasta 1982 y tras 150 años de convivencia hubiese un intercambio mucho más activo y cotidiano entre Argentina y las Islas, especialmente desde el Tratado de 1974 firmado entre Argentina y el Reino Unido, con el que YPF y LADE estaban establecidas allá, y existía un nutrido grupo de familias argentinas establecidas allá. Maestros de allá que enseñaban acá, y viceversa. Estudiantes que estudiaban un semestre en el otro lado. Productos argentinos en las góndolas. Médicos y enfermeros de intercambio. Retomando el caso de YPF, hay dos enormes reservorios aún visibles al otro lado del canal sobre el que se asienta Stanley/Pto Argentino, ya sin uso ni logos desde los días de la guerra. El predio, también, de lo que fue una enorme estación de servicio de YPF (me la imagino al estilo de las grandes ésas del ACA) que suplía a los habitantes de las Islas, y por lo que adiviné de sus 'ruinas', con un shop e instalaciones. Intercambios logísticos, comerciales, culturales, científicos. Gente que estudiaba en nuestro país y viceversa. Gran Bretaña había comenzado a desinteresarse y ofreció soberanía compartida ("dos banderas") o 'lease back' (un pacto por el que se le transfería la soberanía a la Argentina por 99 años, pero renovable, como se hace en general con la tierra en el Reino). Cualquiera de las dos opciones ponía nerviosos a los Isleños porque significaba transferencia de soberanía a la Argentina, y por lo tanto comportaba un cambio de vida. Los isleños repudiaron en su momento al Ministro Inglés que llevaba estas políticas adelante. Y sin embargo los militares argentinos no accedieron; quisieron todo. La guerra hizo retroceder todo 100 años. Y en la medida en que el approach sea el hostil, de cualquiera de ambos lados, esta situación de "proximidad en actitud de mutua ignorancia' va a seguir sosteniéndose. Una lástima. A veces se siente como que la lógica de pensamiento con la que nos tomamos este tema no difiere demasiado de aquella con la que nos tomamos un partido de fútbol: razonamientos desde un fanatismo desinformado, en lugar de un análisis que conlleve cierto detenimiento.

Cuál es el futuro de todo ésto? ......Bueno, como diría Bob Dylan: "...the answer my friend / is blowing in the wind...". Yo tengo mis propias ideas, que no son ni el blanco ni el negro que el razonamiento al que estamos acostumbrados espera...tiene muchos matices intermedios pero que sin embargo no estoy convencido de que en general se esté muy maduro en este tema como para escucharlo. Lo compartiré en diálogos reflexivos, con quienes ofrezcan garantías de darse a conversar con una cabeza abierta.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Day 8. Un epílogo :: An epilogue (English, below)




Y ésto toca a su fin, como quien dice. Con sabor a despedida. Un desayuno a fondo, "para la travesía" (y ésta vez sí, finalmente, un innegociable 'English Breakfast' a pleno, un tsunami de calorías, luego de haberme auto-deprivado disciplinadamente durante los anteriores 5 días de la semana) para dejar que corra la cuenta regresiva. Por supuesto, la consabida cuota de cervezas belgas, pero esta vez matizada con una pareja mayor de Escocia que ama todos estos parajes australes, y que tomaban el mismo vuelo de vuelta que tomamos todos, pero para ir a conocer Punta Arenas y el Calafate. Cuando miro hacia atrás todo lo hecho durante estos 7 últimos días, me cuesta creer cómo hice para hacer entrar todo lo hecho en tan poco tiempo, pero esa es la verdad. Cuando alguien está llevado por algo que lo hiper-motiva, el tiempo vuela. Siento que descubrí un lugar que merece absolutamente ser visitado (no estoy muy seguro de esto desde el punto de vista estrictamente climático, pero aún así...), así como muy buena gente por conocer. Ayer, durante mi último día, no llegué a cruzarme en el pub con Don, este hombre que me recibió en su casa para contarme sus recuerdos, por lo que le dejé unas fotos de los Peques en su puerta. Espero que el viento no haya impedido que las reciba. Es difícil para mí entender cómo y por qué nuestra gente se ignora mutuamente. Bueno...sé, claro, porqué es, pero no considero que se deba seguir comportando de este modo, cuando tanto potencial beneficio puede ser conseguido si otro tipo de relación fuese la que hubiese. Sé que voy a intentar -pacientemente- 'cultivar' mis contactos de estas tierras con la esperanza de poder traer visitantes de allá para acá, y viceversa...pensando que algún día todos se podrán beneficiar de los otros. Sin negar, claro, los grandes temas que obstaculizan el diálogo, pero llevándolos a que sean conversados en el lugar y momentos correctos, con la gente correcta, y con las formas correctas. Algún día. Luego de tanta información, tantos datos y tantas imágenes, será bueno ir articulando algunas reflexiones y conclusiones para compartir. Me pongo a elucubrar, pues entonces.... [continuará]


And this is it. Day 8 has finally arrived. In farewell mode. A full breakfast for the road (this time an unnegotiable plain English breakfast, a tsunami of calories, after having deprived myself of it during the 5 working-day mornings in between...) to let the countdown run. Eith the already-known Belgian beer talk, but this time enriched with a good conversation wit a Scottish couple who loves these Southern landscapes, and who was going to take the same flight back that we are all taking, this time to continue their journey to Patagonia. When I look back on everything I did during these 7 days, I wonder how I did to make everything fit. But it is true. When someone is motivated, time goes by rapidly. I feel I discovered an amazing place to visit (not sure if weatherwise speaking, but even so...) with lots of places to see, and very good people to meet. On Friday, my last full day in the Islands, I did not succeed in meeting Don, this man who opened the doors of his house to share his memories, so I left for him pictures of my kids on his doorstep. I hope the wind does not prevent him from finding them. It is hard for me to understand how and why our people are mutually ignoring each other. Well -- I know why, but I don't subscribe to keep behaving like this, when so much benefit would be possible to be unlocked if another type of relationship could ever be built. I will certainly try to patiently 'grow' my contacts in this land, with the hope of being able to bring people over, as well as taking Islanders to Argentina, in the hopes that one day we will all be able to benefit from one another. Not denying, certainly, the big issues that are upholding our dialogue, but taking them to be discussed in the right place, at their time, with the right people and with the right manners. Some day. [To be continued...]

viernes, 23 de noviembre de 2012

Malvi/klands. Day 7.

Day 7 has already got some flavour of an epilogue. After a good starting breakfast with my Belgian co-guests (where I got conveniently informed about Orval, the monk-brewed white Belgian beer, to be included in a future European kid-teaching motor home trip...) I decided to cover all what was still missing. So I put my boots on, and went out.
It was slightly raining. On my way to the city museum I stopped by a couple of Memorial monuments trying to spot the wreaths left by the Duke of Kent the week before. Achieved. 
A good number of red-ponchoed tourists were populating the waterfront streets: a cruise ship had arrived. Many of the local flags had only been raised halfway: today there was going to be a service at the Cathedral for Sir Rex Hunt, former Governor of the Islands during the conflict in '82, who had passed away very recently. The Rector, Richard Hines, had invited me to attend, during a brief conversation the day before. 
Finally, after a good walk amid the cold South Atlantic wind along Ross Road, I got to the museum. It is small, yet very well distributed and upkept. It displays various rooms in the Islanders' style (a washroom, a drugstore, a Victorian living room, gowns & garment) which convey an idea of life as it used to be like a hundred years ago in these lands. Other rooms display elements about the local Guards, documents and pictures of the Royal guests in contact with Islanders (in one of which I was also able to spot Arlette Betts, Lafone House Manager, with whom I had talked the day before) and artifacts of the life in the "Camp" (the countryside). There was also space for biology and geology, as well as objects from relevant ships, and memorabilia. All, very well showcased. 
My walk back underwent leaking gray clouds over my head. After a few minutes I dropped by the Penguin News office (it was Friday - new weekly edition), but there was nobody around (lunchtime). Made a quick look into the Malvina House Hotel lobby, and learned that its name was not a gesture to the Spanish naming for the Islands, as it was the name of the founder's daughter, a name quite popular in Scotland. A (historical) pity.

So I rushed my lunch. The service for Rex Hunt in the Cathedral was about to get started a 2 pm, and I wanted to turn up on time, which I did. The place was pretty packed. Richard Hines -the Rector- recognized me and greeted. There he went, towards the side of the shrine. The Governor of the Islands turned up, in full Regalia. A few military, with medals on. Words and Hymns made it for the approx 1-hr tribute. When everything finished, carefully according to programme, people left their benches in an orderly manner, starting from the ones in front, and one by one, all the way down to the ones in the rear side of the temple. Just coming out, I could meet Mr Hines to thank gim for the invitation; he said he was glad I was able to attend. And I promised to get in touch with him.

So, determined as I was, I headed back to the Penguin office. But first I entered the exhibition on the '82 War, just across the Town Hall. I could see, for the first time, an orderly display of documents, pictures, flags, paints and testimonials about what happened. I was impressed on how these things could effectively happen on a date as late as such. So, after a good half an hour there, I made it to my intended destination. There I could not only buy my sought-after weekly issue, but also had a quick conversation with John Fowler, Deputy Editor of the News. 

Raindrops over my head covered me until I got to my brief raids in a couple of gift shops, before stopping by the Waterfront Hotel, to greet his Manager and chef, Alex Olmedo, with whom we had already had a couple of insightful discussions earlier during the week. He candidly shared with me his plans about enhancing the hotel he is running. 

So I came back out. It was already 6-ish, and I badly needed a tea-time snack, under the threat of otherwise devoring someone's arm. Day 7 was slowly coming to an end, and I was equally feeling the need to go back home, to see my kids, after a week away. I would be flying out, if everything went as expected, the next day.

Malvi/klands. Day 7.



Hoy ha sido otro día hiperactivo, de ese tipo de actividad espasmódica y contrarreloj que genera la inminencia de un viaje. Se trataba, nada más ni nada menos, que de hacer todo lo que el 'ahora o nunca' te envalentona a concretar so pena de arrepentimiento. Después de un nuevo desayuno belga, me encomendé a la partida. No sin antes informarme bien acerca de la cerveza Orval, blanca y hecha en el sur de Bélgica por monjes en su propia Abadía, en la edición limitada que presupone su ingreso para la supervivencia, y no en la escala industrial con la que su demanda los tienta. Quedará para un tour europeo. Probablemente el que planeo hacer con los Peques en motor-home en unos años, para que puedan aprender historia in situ (MN: prometo que la visita norafricana vendrá antes que eso).
Enfilé, pues, para el Museo de la ciudad, a unos 15 minutos de caminata. No estaba tan frío como durante los 2 días anteriores, pero llovía intermitentemente. Había llegado un crucero antártico (de esos que les dan a sus pasajeros 8 horas para que paseen por el lugar) que los había provisto de abrigos rojos, y hormigueaban por los principales puntos de la ciudad. Como siempre, la mayoría de los autos que pasaban a mi lado, me saludaban, en su versión económica 'dedo índice que se levanta del volante', o en su versión full 'cuatro dedos que se levantan del volante'. En mi camino había banderas de las islas a media asta: hoy sería el Servicio ('Misa' de la Iglesia Anglicana) por la reciente muerte de Rex Hunt, quien fuera Gobernador de las Islas durante el conflicto del '82. Y al que el Rector de las Islas (infiero que un equivalente al de Obispo) me había cordialmente invitado ayer. En el camino aproveché y saqué un par de fotos a las coronas de amapolas (símbolo británico a sus veteranos, heridos y muertos en las guerras) que había dejado el Duke de Kent, venido de UK especialmente. Semejantes a las que habían dejado en el Cementerio argentino de Darwin. 
El museo estaba concurrido con los pasajeros de los barcos. Chico, pero muy bien mantenido. Exhibía en algunos de sus cuartos ambientaciones de la vida en las islas (un lavatorio/depósito, un living, un establo, ropa de época, y un almacén de ramos generales). Se completaba con una sección de biología y geología de las islas, y con objetos de los barcos que habían tenido un paso importante por la zona. En una de las paredes había unas pocas fotos de visitas de la familia real inglesa a vecinos de las Islas y estaba Arlette, la dueña de Lafone House que había visitado el día anterior. Interesante, el museo también presenta una sección, chica pero muy bien ilustrada, sobre la línea de tiempo de la historia local, y el reclamo y argumentos de Argentina a través de las épocas. Un museo chico, pero eficiente en su función.
Me fui caminando con cierta llovizna y, como era viernes y salía la edición (semanal) del Penguin News -el único diario de las Malvi/klands- me fui a su mismísima editorial a comprarlo. Pero estarían almorzando: no había nadie. Me crucé a chusmear el cercano -y famoso- Malvina House Hotel, uno de los más conocidos hospedajes de las Islas. Recepción prolija y confortable. Y un dato: he siempre creído que el nombre de dicho hotel era un compasivo 'guiño' hacia el nombre hispano de las islas. Pero no. Lejos de eso. "Malvina" era el nombre de la nieta del escocés que fundó el hotel allá lejos y hace tiempo, un nombre aparentemente muy popular en Escocia. Una pena histórica. 
Apuré mi almuerzo: a las 14 h comenzaba el Servicio en la Catedral, el que íntimamente tomé no solo para don Rex Hunt, sino como para todos aquellos alcanzados por los eventos del '82. Llegué muy bien de tiempo (mi hotel quedaba a 300 mts) y me senté bien atrás, autoconsiderado un visitante. El lugar, repleto. Pasó Richard, el Rector, que había estado recibiendo a la gente en la puerta, me reconoció y me hizo un gesto de saludo. Entraron algunos militares con su medallerío al pecho, luego algunas personas venidas de Inglaterra, el Gobernador de las Islas, con su uniforme a full. Estaba el Arzobispo Católico de las Islas (ese detalle, de tener una ceremonia compartida, me pareció muy positivo). Y así transcurrió el evento, a lo largo de una hora en la que se alternaron palabras e Himnos, y silencios forzados por el estruendo con el que el granizo exterior protagonizó sus minutos de gloria. A la salida le estreché la mano a don Richard, quien me dijo que lo había puesto contento ver que yo había podido concurrir, y quedamos en ponernos en contacto por mail.
Así que retomé mis pasos de último día. Y antes de ir de fugaz shopping a por los souvenirs que planeé comprar, enfilé para el Penguin News. Estaba evidentemente obstinado en entrar a ese lugar. Pero con una paradita previa: una exhibición por los 30 años de la guerra del '82. Muy simple, pero bien organizada y dura a la vez, contenía fotos, testimonios de los locales, objetos cotidianos, las notas que en un inglés con algunos errores los militares enviaban a la población. Las cartas que de chiquitos les escribíamos a los soldados. Una TV color (ITT) de las que los militares le subsidiaban a los isleños. Pero con la dura (para nosotros) realidad testimonial del ferviente deseo que los Isleños tenían por la derrota de los militares argentinos. Hasta un uniforme de un soldado criollo estaba exhibido, aparte de bombillas, mates, jabones, fósforos y demás. Las pinturas que algunos Isleños hicieron con imágenes del frente de batalla acercaban una imagen visual de lo que debió haber sido...y generaban cierta impresión. Salí, y enfilé entonces al Penguin News. Ahí encontré a John Fowler, el sub-editor, quien me atendió con toda amabilidad y con quien nos colgamos hablando por unos 15 minutos acerca de la injustificada distancia entre nuestros pueblos. Le pedí escribirle en unos días una "Carta de Lectores" (con la intención de agradecer a través de su diario el trato que recibí durante estos días) a lo que accedió de buen modo. Con su cortés "It was nice meeting you" salí a por mi 'express shopping' bajo unos molestos gotones de lluvia. Y luego de mis correspondientes 'tarjetazos' pasé a saludar correspondiendo la previa invitación de a Alex Olmedo, el chef chileno que luego de 22 años de residencia en estas tierras se ha convertido en un Malviklander por adopción, donde me comentó las mejoras que le harán a su hotel, la ampliación de su restaurant, su concepto de "cena como experiencia progresiva", y se aseguró que mi retorno al aeropuerto estuviese ya cubierto (lo estaba). Así emprendí el regreso al hotel, a por una merienda. 
La experiencia con los lugares visitados y con la gente con la que me he cruzado ha sido excelente. Pero extraño a mis Peques, Abriluchi, Franquito y Tomasini. No veo la hora de mostrarles los pingüinitos de peluche que les llevo y ver sus caras. Seguro que los voy a traer más adelante, no me cabe duda. Y especialmente si podré haber trabado relación con alguna familia de las Islas. Y además.....necesito un poco de primavera...!!

Retrato / Portrait (Español / English)

Retrato [English version, further down below]
Algunos me han sugerido, con buen tino, que más allá de todo el anecdotario o las efemérides (y a temporaria falta de fotos) sería buena una descripción del lugar. Pues lo intento. Venga. La ciudad de Stanley/Pto Argentino es una ciudad chica, de unos 2000 habitantes (para darle alguna significación comparativa, hay que pensar que una ciudad como Luján o como Pergamino son unas 20 veces más grande). A 1 hora de vuelo de Río Gallegos, tanto como un Buenos Aires - Córdoba. Acá nomás.  De unas 10 cuadras a lo largo de la orilla del canal, por unas 5 cuadras de profundidad. La ciudad está en bajada hacia la orilla, por lo que las calles perpendiculares al mar tienen pendiente descendiente. Y eso hace que, vistas desde enfrente, todas las casas puedan ser visualizadas, como si estuviesen en una platea de teatro. Las casas tienen todas un estilo muy parecido: de estructura inglesa (hechas en madera, dos pisos, con bay windows) y techo de hierro pintado de colores vivos. El rojo, los verdes o los celestes predominan. (Y la pintura puede tardar 25 años o más en salirse). Las paredes son generalmente blancas. Todo esto le da un caracter distintivo a la ciudad. Si se le intercalan, a esta gradación de casas, árboles chicos, jeeps Land Rover que van y vienen, la estructura de piedra de la Catedral, y algunos muelles y contenedores sobre la orilla, la postal 'verbal' está casi completa. Cielos enormes. Alejando el zoom imaginario,  se verán los montes (colinas) que rodean a la ciudad, y en los que se dieron los combates previos a la entrada de fuerzas británicas en el '82, y las entradas del océano, de azul profundo, como el agua de Usuahia. Y acercando el zoom mental, las casas son por dentro muy, pero muy confortables (mucho sillón, almohadones, alfombras, ventanales...en fin, dispuestas como para pasar gran parte del tiempo ahí adentro). El nivel de vida de los residentes es muy alto, y equiparable a quienes viven en UK. Si los inminentes negocios de exploración petrolera prosperan (la mitad de la capacidad hotelera está casi permanentemente bloqueada por estos 'businessmen', y por eso comienza lentamente a expandirse) esta mejora del nivel de vida se acentuará aún todavía más. Los jardines de las casas son los que se veían en Londres, y claramente han copiado un estilo. Los pubs también siguen el estilo británico, y cumplen el mismo papel, ese de pasar a tomarse algo antes de seguir para casa....tragos muy baratos. Los negocios son austeros y muy sencillos, aunque prolijos y ordenados. Sobre la Costanera reciben tarjetas de crédito (que es donde generalmente se da el desfile de turistas) pero metiéndose para adentro, ya no. Lleno de productos de las distintas cadenas de ssupermercados ingleses, en las góndolas. La gente es muy respetuosa. Se ven problemas de obesidad y de alcoholismo (aunque mi muestra puede estar facilmente sesgada por mis incursiones en los pubs).
En fin. Un muy interesante rincón del mundo, muy cerca nuestro, y con el que nos damos mutuamente la espalda. Por desgracia. 

A few people rightly suggested that, beyond these much data and timelines (and due to the temporary lack of pictures) it might be good to provide a verbal portrait of the place. Good point. The city, Stanley, (a.k.a. Puerto Argentino, by the Argentineans) is small and houses some 2,000 people. It stretches some 10 blocks along the waterfront, per some 5 in 'depth' on a gentle slope which meets the sea and what demands a good calorie-burning walk to houses that are distant to the water. So that somehow resembles a neat theatre audience of houses, sort of speak, in a way that -seen from afar- almost every house can be spotted. All houses have a similar pattern: white walls, a British design, timber-framed, bay windows and bright-coloured roofs (red, green, light blue), which provide the distinctive flavour of the city. If we spice this scene up with a few, non-native trees in between, Land Rovers vans all over the place, the neat stone structure of the Cathedral, and a few piers and containers in the waterfront, the postcard is almost complete. Big skies. Zooming out, the surrounding landscape shows the nearby Mounts, where the fiercest combats took place in '82, all framed by the dark blue waters of the South Atlantic. Zooming in, the houses seem to be very comfortable, British style, with lots of sofas, carpets, rugs, cushions, prints on the walls. As to have a good indoor living. The lifestyle of Islanders is pretty high, and predictably able to be compared to that of UK. Should the oil businesses take off (a good percentage of the hotel rooms in town are almost permanently blocked out by their employees - and due to that they are expanding) such lifestyle could even improve further. The gardens are distinctively British style; the variety of plants, combined with rocks, the use of 'living fences', the conservatories, the iron chairs. The pubs also provide a British Isles touch: predominantly dark in their insides, carpet all over, darts, videogames, banners, flags. And the best: cheap drinks, for some fun. The stores are simple and straightforward, yet tidy. Credit cards are mostly received in the waterfront, where tourists abound. Not much so in innerbound streets. The shelves of the supermarkets offer mainly produce from all major British supermarket chains (Waitrose, Tesco, Sainsbury's) and, contrary to what I have been previously told, fruits & vegs were not scarce. People are in general very respectful and cortious. I could notice problems of obesity and alcoholism amongst locals, although it could well be a bias introduced by my recent pub crawl. Some single mothers as well (common in harbour cities?).
In brief: an interesting part of the world, very close to our land, with which we mutually ignore each other. Unfortunately. 

Malvi/klands. Days 5 & 6



"...Their lives are bigger than any big idea" ("Peace on Earth" U2)

Malvi/klands: Day 5 saw the end of the visits to the 1982 battlegrounds. It's about time, as the war theme -although central in this journey, should not eclipse other, forward-looking, issues. After a mutually agreed half-day postponement due to bad weather conditions, Sebastian -the guide- dropped by and we went straight to those fields where actual physical battle took place. It was impressive: shallow holes in the ground (a little over a meter in diameter) semi-covered by a crescent of piled up stones and branches, protecting a soldier from the chilly June South Atlantic winter but also from the British fire. We saw an abandoned, rusty Argentine cannon also. Interspersed, there were deeper holes, almost perfectly rounded: it was those left by the mortar shells launched by nearby warships, or by air raids. In one of those trenches I left the third and last kid-painted rosary, paying a posthumous tribute to all those people from both sides who gave their lives in such unwanted conflict.  We went on to Mt. Longdon, one of the several elevations sorrounding Stanley (a.k.a. Puerto Argentino) and where some of the bloodiest soldier-on-soldier killing occurred during the final offensive by the British Army. Longdon's summit is filled up with plaques, small monolyths, crosses, small shrines for that is the place where with the British advancing by night due to their better vision devices, numerous killings took place when the two front lines collided. The place is unbearably windy, and the capital is at sight. But if such was the temperature under a sunny spring afternoon, one can hardly imagine what could it have meant for a poorly equipped teenager on a winter night. We came back down to the city after a few pics, and went straight to the city airport. Coming from behind the runway we could see a huge crater in the ground: 3 meters deep, 6 mts diameter. Those were the air raids done by the Vulcan and the Sea Harriers, which aimed to destroy the runway to prevent Argentine planes to land further supplies. For a change, we finalized the day in Gipsy Cove, a very scenic wildlife protection area with (although filled with mines) nice, pristine beaches where penguins breed along with seagulls and other bird species. The views over the sea are simply stunning. Back in the hotel, the day was not over. A pub crawl was about to start. The tour started in the Globe Tavern, the most popular pub in the Islands, where I could meet Don, a well known Island veteran from WWII with whom I arranged to meet the following day. The second pub, Victory, looked a bit threatening to me, as the cult of British victory literally floats in the air in the shape of dozens of small British hanging flags. But nothing bad finally happened. An interesting detail: as I was cleaning my hands in the washroom I thought "what an original mirror" as I could see a toilet lid hanging from the wall. I lifted the lid and -surprise- it was not exactly a mirror, but a mag-sized picture of Galtieri (President of the Argentine military Junta which launched the occupation in '82, and who resigned days after the surrender) with actual birth/death dates printed over, and a straightforward statement: "May you rot in Hell you asshole". The third port of call was Deano's, where I was approached by a strange-looking patron. He started a conversation, candidly introducing himself as Patrick. He had many friends in Argentina, he had actually been educated in the city of Cordoba before the conflict broke out. He began to tell a story about how he and his brother would shoot Argentine soldiers up in the Mounts, but not by belonging to any Armed Forces, but just as a 'partisan'...the 'resistance' for the Fatherland, the Falklands, he said. And he began to weep. He could not stop for 10 minutes. Politicians, Governments ... That is (in Spanish). People are not to blame. People are good. Regret had taken a toll on him. How stupid I am, he'd mumble, and he would cover his face up. For a change, I enquired him about Spanish expressions still kept by the Islanders ("ché", "pasolibre", "rincon grande" and "camp"). When it was 11 pm, I greeted him, and went back to my room.

Day #6 started calmly. An early wake up allowed a slow and invigorating shower. When having my breakfast (somewhat controlled as an arguably healthy mix; the rich 'English breakfast' option will only repeated on my final day as a sort of farewell - under risk of suffocation in the hands of my nutritionist...) the two Belgian engineers also located in this Bed & Breakfast joined the table. Nice chat on a number of items: the '82 War, their trips, Belgian beers of course. We then departed to duties. 
I then met Arlette, who runs Lafone House, to the East of town. She had been referred to me as a good person to discuss with. So we had a lengthy conversation about Argentine visitors, how they changed overtime, the mutual need for fresh ties, and how the rethorical speeches from "Mrs Kirchner" had made things worse. Nice, illustrating dialogue. After a lunch back in the hotel, I went on to meet a war veteran, Don, the gentleman who every night attends the Globe for a sip, and who's got a chair with his name on it. It was yet another long discussion about details of how everything turned out, including vivid stories about disoriented Argentine conscripts. When I was walking back to my room, I decided to go for some gift hunting. I got amazed at how many people greet you in the streets. Completely unsuccessful, and not wanting to head back straight away, I stopped by the Cathedral for a few minutes. A man entered the place, gently smiling. He was the Priest in charge, and was about to prepare the Friday service, in memoriam of Sir Rex Hunt, Governor of the Islands during the 1982 conflict, who passed away a couple of weeks back. We introduced to each other, and kept talking for a while, where he invited me to attend tomorrow. I went back shortly afterwards: it was cold, and a mushroom soup was waiting for me. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Malvi/klands. Día 6: conversaciones.

Malvi/klands. Día 6.
Hoy ha sido un día tranquilo, pausado, a un ritmo de vacaciones como las que se supone que son. Sin prisas. Lo que no quita que la experiencia personal siga sumando hojas. Tras un injusto e involuntario madrugón (nadie se despierta a las 7 de la mañana estando en vacaciones) que al menos permitió adelantarme a todos en el uso del baño compartido de este Bed & Breakfast, fui a por mi (reequilibrado) desayuno. Bueno; lo de reequilibrado es un decir, porque en el combo té verde, jugo de naranja, 1 manzana, yogur, tostada con manteca *patineitor* y cereales con leche no ha dejado de haber una pequeña sobredosis de azúcares. Pero al menos no derrapé nunca más con aquel English Breakfast del domingo, cuya única repetición juré, y vengo cumpliéndola, solamente para mi checkout del sábado (Nutri: ese desayuno no te lo negocio...)
Así que así, con velocidad de paisano de campo, desayuné tranquilo, con esa espléndida vista del canal y de la orilla opuesta, salpimentada por pinos, y la Iglesia anglicana de piedra. Coincidimos en el desayuno con los dos ingenieros de Bélgica que también están aquí por su segunda y última semana, alistando las 'antenas Malvi/klands' de "Galileo", el futuro sistema GPS de la Unión Europea (el GPS propiamente dicho corresponde a los satélites de EEUU). Tuvimos una entretenida conversación donde hablamos de los campos de batalla (donde les expliqué cómo y por qué fue esa guerra en este particular lugar del planeta), de sus vidas yendo de base en base calibrando antenas (y sus buenos recuerdos particularmente de las chicas suecas en la base polar más septentrional del mundo), y, claro, de la grandiosa variedad de cervezas belgas. Todo muy lindo hasta que, claro, en un momento de recobrada claridad alguien giró sagazmente la muñeca para mirar la hora, y todos saltamos como resortes (y agradecida Iris, nuestra Landlady, que nos estaba esperando para poder levantar todo!). Cada uno a lo suyo. Ellos, a calibrar sus antenas. Yo, por mi lado, había arreglado una visita a Lafone House, otro B&B muy famoso en la ciudad, cuya dueña -Arlette, una Malviklander- me había sido referida por varios como una persona receptiva y amable como para poder conversar. Y hacia allá me dirigí, nomás.
Atravesando el torniquete de los 5 grados de temperatura que invadieron la ciudad, llegué y pude entablar conversación con Arlette. Me contó de su buena relación con muchos argentinos que vienen a las Islas, y del modo en que -luego de muchos años en los que las aguas se habían venido calmando y una buena convivencia había podido ser alcanzada- la retórica del gobierno de Cristina había nuevamente complicado todo ("Old chestnut comes again" fue la expresión que utilizó). Hablamos de 'halcones y palomas' de ambos lados, y de cómo las relaciones se relajan o se tensan según quien sea que las lidere. Me contó que ella sabe de qué lado le toca estar, pero que eso nunca le ha impedido hospedar a los argentinos, que vienen a reconciliarse con su pasado tal como lo hacen los británicos. Y que eso nunca fue gratis, porque ha tenido que sufrir (incluso hasta hoy) algunos incidentes aislados ('nasty incidents') provocados por isleños idiotas, a causa de su predisposición. Pero que ella está convencida de lo que hace, y que así ha hecho grandes amigos argentinos. Respecto del conflicto del '82 reconocía, como había yo ya visto en otros sitios, la diferencia entre la mejor preparación de los jefes militares argentinos y el desamparo de los 'conscripts', que estaban mal vestidos, mal alimentados, para muchos de los cuales, algo que no se quiere ver en nuestro relato de los hechos, la rendición había significado un alivio por las condiciones en las que se encontraban (muchos recién pudieron bañarse en el "Canberra", el barco inglés que luego de la rendición retornó a los soldados al continente). Me contó además que, en general, la experiencia de los veteranos criollos sigue un patrón que se repite, en el cual llegan en general exaltados, nacionalistas, "apasionados como latinos", pero con el correr de los días se vuelven reflexivos, contemporizadores, objetivos, y hacen amigos del lugar. Un grupo de veteranos de La Plata, incluso, la invitó al Colegio Militar, donde estuvo recorriendo, la gente le preguntaba de todo y, contrario a sus temores de que iría a sufrir algún tipo de rechazo, todos fueron muy amables con ella. "Pero claro -prosiguió- después están los otros, en ambos lados. Los que arruinan todo por el resto. Los argentinos que, conociendo la extrema sensibilidad del tema -y habiendo recibido el folleto- sacan una bandera argentina y la hacen flamear, generando potenciales incidentes. Y ahí están entonces los del otro lado. Alguno que tiene menos sentido común que prepotencia los ve y los fotografía, avisa rápidamente a otros por Facebook, y ahí se arman los incidentes". Es decir: a imbéciles, imbéciles y medio, y así pasan las cosas. El folleto al que Arlette hace referencia es un tríptico que entregan al llegar al aeropuerto, en el que en español y en inglés -y con un tono cortés, hasta diría amigable- da indicaciones de respeto por los recuerdos de la guerra, los riesgos de agitar símbolos patrios argentinos, la posibilidad de dejar ofrendas a los caídos, etc. Una conversación muy interesante. Respecto de "el" temita, la cuestión de la soberanía, su opinión fue coincidente con la de la mayoría de quienes viven por las Islas: la transferencia de soberanía a Argentina es algo que nunca va a ocurrir -al fin y al cabo ellos son británicos, se sienten británicos, y llevan un buen nivel de vida que -en términos de seguridad, empleo y pobreza- no se tiene en Argentina, pero que si la cuestión de la soberanía pudiese dejarse de lado, los beneficios que se podrían obtener para ambos lados serían enormes. La charla daba para mucho más, pero ella tenía que preparar habitaciones para recibir a huéspedes, por lo que finalmente me mostró las instalaciones (el lugar es hermoso), y me despedí. Los 5 grados de temperatura y el viento helado me hicieron abandonar cualquier idea de ir a chusmear los 'gift shops', y volví rápidamente a mi base para almorzar. A la tardecita tenía entonces la segunda conversación de la jornada. Compré unos "shortbread" para llevar (unas muy escocesas galletas a base de manteca, que son una delicia tremenda ... nutri, no leas) y hacia allá fui. Don es un Isleño de aproximadamente 80 años (y tal vez algo más) que fue militar durante la Segunda Guerra Mundial (!!) por la flota británica -y estuvo unos 6 años afuera-. Me abrió las puertas de su casa, para conversar. Amigable, abierto, objetivo. Era el chofer personal del Gobernador de las Islas (Mr. Rex Hunt) en momentos de la "ocupación argentina". Me mostró, orgulloso, una foto que tenía con él. Él fue quien llevó en el auto al Gobernador depuesto cuando los militares argentinos lo mandaron de vuelta a Londres (primero parando en Comodoro y posteriormente en Montevideo). Se lo cruzaba todos los días a Mario Benjamín Menéndez, el Gobernador argentino de las Islas. Lo vió a Galtieri. Me contó que protegió al Gobernador cuando llegaron los soldados argentinos, en los que hubo tiroteos en los que cayó herido el Capitán Giachino, el primer militar argentino que entró a la casa del Gobernador, recién descendido del helicóptero. Los Royal Marines y el staff presente lo quisieron llevar a la enfermería, pero Giachino, pertrechado con sus granadas- se resistió, amenazó con hacer estallar una si se le acercaban, y murió. Años después, la madre de Giachino fue a hablar con él y ella le preguntó: "Cómo murió mi hijo?". Y él le respondió: "Murió como un buen soldado", con lo que ella terminó llorando abrazada a él (y donde me confesó que él también casi se quiebra). Y mil anécdotas siguieron. Que la 'guerra de partisanos' (=Isleños que liquidaban soldados argentinos por su cuenta, la 'Resistencia') efectivamente existió. La historia de un soldadito argentino que robó un negocio por el hambre que tenía y, creyendo que había robado caramelos, se devoró pastillas desinfectantes para el inodoro....intoxicándose de un modo en el que él lo llevó a un guardia inglés para que lo llevase al hospital y el guardia, sin compasión, lo remató de un tiro ("lo que te muestra la lotería de una guerra, en la que realmente tu vida depende a veces de las manos en las que caés. Vos tenés, como yo, 2 brazos y 2 piernas. Cómo no voy a hacer que recibas atención médica?"). Otra anécdota fue que estaba lleno de soldados argentinos galeses, de Chubut (Gaimán y otras localidades), con quienes podían conversar en galés. "Al principio -relataba Don- estos chicos no sabían en qué parte del planeta estaban; resulta que estaban bailando en una disco (el 2 de abril de 1982 cayó en viernes) llegó personal de la Armada Argentina, y sin preguntarles nada más, les puso los uniformes y los embarcó de una. Al llegar, no sabían adónde estaban". Y otra anécdota interesante: poco después de tomar las Islas, los militares argentinos intentaban 'comprarse' a los isleños, quienes les tenían profunda desconfianza. Porque resulta ser que lo primero que dijeron a los locales inmediatamente después de concretada la ocupación fue "Tranquilos. Todo sigue igual. No va a cambiar nada". Y al día siguiente les cambian la lengua, los nombres de algunas calles, y el sentido del tráfico. Nadie les creía!. En tren entonces de ponerlos de su lado, mandan a una delegación de argentinos de ascendencia inglesa, para persuadirlos. Les prometen cosas, como un gimnasio a todo trapo, para la ciudad. Pero los Isleños seguían absolutamente desconfiados. Más éxito, sí, tuvo el ofrecimiento de una TV color por un depósito de £20. Pero los Isleños pronto comenzaron a desconfiar de los programas argentinos transmitidos en Inglés, y se fueron volcando a las series americanas y británicas. 
Este hombre, Don, tuvo incluso alguna muestra de humor conciliador: "El mayor error de Galtieri fue enviarnos a sus hombres....debería habernos enviado a sus mujeres! Si aquí hacen falta (y son muy bonitas!"). Y así prosiguió la charla, hasta que faltando 10 minutos para las 16hs suena el timbre de la casa; era un auto del Gobierno de las Islas ("Señor, usted tiene una cita a las 16"). Don no se acordaba, pero fue a buscarse un saco algo aturdido, me despedí y me fui. Quedamos en cruzarnos en el pub hoy o mañana: mi último día 'full'. Y así me fui, reflexionando en todo lo visto y oído, caminando por Ross Road (la "costanera"). Me sorprende que la gente, aunque no te conozca, te salude con amabilidad y educación por la calle. Ya había visto ésto desde el auto: todo auto que se cruza, sus conductores realizan una seña de saludo. Entré en tres o cuatro negocios, buscando libros o DVDs de documentales del '82, cuando decido entrar a la ChristChurch Cathedral, la hermosa iglesia anglicana de la ciudad (y más austral Catedral del mundo). A 2 ó 3 minutos de entrar y estar mirando vitrales, estandartes y placas en esa paz, suena la manivela de la puerta, y entra alguien, que cierra la puerta tras de sí. Entra un hombre (con cuellito de sacerdote), saluda de forma sonriente y me escucha un acento que no es local, y me pregunta: "Where's home?". Le respondo "Argentina". Sonríe, me da la mano, y me responde en perfecto español: "Mucho gusto. Me llamo Ricardo y soy el sacerdote de esta Iglesia". Me contó que estuvo entre el '77 y el '82 trabajando como Ingeniero Agrónomo con los aborígenes de Salta, y que luego se fue a Londres -es inglés de Inglaterra- con su esposa para ordenarse sacerdote (los anglicanos pueden), donde estuvo hasta el 2007, año en que lo asignaron a Malvi/klands. Seguimos hablando un poco más pero lo dejé trabajar; estaba preparando para mañana viernes una Misa especial (y masiva) por quien fuera, como mencionaba más arriba, el Gobernador británico de las Islas durante el conflicto del '82, Mr Rex Hunt, quien falleció hace un par de semanas. Y me invitó a que fuera. Me dejó su mail y le correspondí diciendo que si venían a Buenos Aires, que me avise. Salí nuevamente al frío viento patagónico y, luego de un par de vueltas, decidí ir para el hotel: una sopita de champignones me estaba esperando.